El Palacio de Seda y Sombras
Relato inspirado en La Leyenda de los Cinco Anillos
Intrigas, sombras y belleza perfecta.
"El Palacio de Seda y Sombras" es un relato de fantasía ambientado en el universo de La Leyenda de los Cinco Anillos, donde la diplomacia se entreteje con el peligro y la tradición se transforma en laberinto. Desde los sinuosos caminos del Laberinto de Bayushi hasta el inquietante Santuario subterráneo, seguimos los pasos de un emisario del Clan Fénix enfrentado a la sutil hostilidad del Clan Escorpión.
Relato completo
Como emisario del Clan Fénix, no puedo evitar sentirme fuera de lugar en este bastión de secretos. Su historia pesa en el aire como una tormenta que nunca se disipa. Camino con cautela, recordando como aquí nada es lo que aparenta ser.
Antes de ver siquiera el castillo, mis anfitriones me guían a través del Laberinto de Bayushi. No es solo una defensa, sino una declaración de intenciones. Senderos estrechos, muros de bambú que ocultan mi visión, bifurcaciones que no llevan a ninguna parte. Cada paso me aleja más de la lógica. El guía avanza con seguridad, pero yo percibo sombras deslizarse a los costados. Suaves susurros serpentean en el viento, como si el propio aire conspirara contra mí.
Los caminos se entrelazan como las líneas de un pergamino, escrito por una mano que solo quería confundir. Cada desvío es una trampa, cada giro me empuja más hondo hacia la boca de un depredador sin rostro.
Al salir del laberinto, me encuentro en los Jardines Inmaculados. Belleza, control absoluto. Los estanques de carpas koi reflejan el cielo. Los senderos de grava absorben los pasos, hasta reducir el sonido a la nada. No hay erratas en este diseño, no hay imperfecciones. Los árboles y las piedras están exactamente donde deben estar.
Me detengo ante la Arboleda de los Traidores. La presencia de estos árboles me incomoda. Según se dice fueron alimentados con la sangre de quienes traicionaron su deber. Un viento frío me recorre la espalda. Los troncos, retorcidos como cuerpos que aún se resisten a caer, susurran nombres que nunca serán redimidos.
Cuando entro en el palacio, su grandeza me abruma. Biombos de seda separan los espacios, pintados con escenas de guerra, alianzas, traiciones. En los pasillos, la luz de las lámparas de papel proyecta sombras inquietantes en las paredes. Me detengo en el Salón de los Espejos. Mi reflejo se multiplica, deformado por la curvatura de la superficie pulida. Oscila, ondula, se funde y confunde, como el pensamiento de un hombre atrapado en sus propias dudas.
Descender al Santuario de Bayushi me produce una sensación extraña. No hay luz natural, solo la incandescencia roja de antorchas. En el centro, el lago permanece inmóvil. El fuego baila y parpadea, su reflejo se desdobla en la negrura del agua, como si una boca de sombras devorara secretos. Se dice que Bayushi desapareció aquí, dejando tras de sí un legado de misterio. No sé si su espíritu aún mora en estas aguas, pero la atmósfera es densa, opresiva. Me arrodillo como dicta la tradición. Cierro los ojos. No espero respuestas. Solo quiero salir de este lugar.
Gracias por leer,
Un saludo
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