lunes, 25 de marzo de 2024

REGRESO EN LEV-MAG. Relato de ciencia ficción cyberpunk, ambientado en el juego de rol Cyberpunk 2020

Regreso en lev-mag

Relato de ciencia ficción – Cyberpunk 2020 (continuación de "Una misión rutinaria")


Volver a casa en Night City nunca es fácil.


En este relato, continuación directa de “Una misión rutinaria”, Cassandra cierra el encargo: entrega al joven Bruno Guimaraes a los ejecutivos de Red-Cab, cobra en la armería Morgan Fire y se prepara para una noche tranquila de comida precocinada y danza cerebral. Pero en Night City la normalidad dura lo que tarda en llegar el siguiente tren.



Relato completo

    Dos ejecutivos de Red-Cab recogieron al joven Bruno Guimaraes en la tienda de armas Morgan Fire del megacentro comercial. Era fácil identificarlos por sus trajes azules a medida, con el logotipo de la empresa en las solapas de sus americanas.

    Siguiendo las instrucciones acordadas con la mercenaria independiente, realizaron el resto del pago a través de sus conectores inteface en la holopantalla, bajo la atenta mirada del viejo Morgan tras el cristal blindado del mostrador.

    Cassandra saboreó su café en la terraza de Monkalia, una conocida franquicia de cafeterías. Desde su posición privilegiada, vio cómo los ejecutivos de Red-Cab entraban en Morgan Fire, mientras sus cuatro guardaespaldas se quedaban vigilando la puerta.

    Esperó a que los hombres de Red-Cab se marcharan para cambiar el color de su pelo a un rosa pastel y el de sus ojos a un tono púrpura. En su chaqueta aparecieron los miembros del grupo de pop-rock Celebrate, que había actuado en un macroconcierto en la ciudad el mes pasado.

    Entró en Morgan Fire y dedicó una sonrisa al anciano antes de insertar sus conectores interface en la holopantalla para recibir el pago por sus servicios. A continuación, dejó sobre el mostrador treinta créditos y guiñó el ojo izquierdo a Morgan.

    Después de otro encargo bien hecho, solo tenía ganas de volver a su apartamento en el centro urbano, desvestirse y disfrutar de un sabroso paquete de precocinados mientras se conectaba a un relajante programa de danza cerebral.

    —Buenas noches, Enigma. Te mando el resto del pago como acordamos —dijo la mercenaria a través de su dispositivo telefónico codificado.

    —Hola, Cass, ¿ya entregaste al hijo del ejecutivo de Red-Cab? —preguntó el hacker.

    —Sí, todo salió según lo previsto —contestó Cass mientras subía las escaleras de la estación de lev-mag del distrito portuario—. Me voy a casa a descansar. Te llamaré si me contratan para otra misión. Chao.

    Las luces de neón se encendieron en la estación y varias pantallas holográficas anunciaban sus productos personalizados a los pasajeros distribuidos a lo largo del andén. Después de un par de minutos, el lev-mag se deslizó suavemente por la estación desde el lado sur antes de abrir sus puertas automáticas.

    Cassandra se agarró a una de las barras verticales del vagón atestado de pasajeros. La mayoría eran funcionarios de bajo nivel y autónomos, aunque también viajaban varios grupos de jóvenes universitarios y dos miembros de la banda de los Animals.


    Como era una mercenaria, no dudó en activar su amplificador olfativo, además de la escucha aumentada de su ciberaudio para evitar ser sorprendida. Los Animals eran una banda agresiva, conocida por el uso de ultratestosterona y suplementos hormonales para incrementar su fuerza y tamaño.

    El más alto recordaba a un gorila y su cabeza sobresalía entre el resto de los viajeros. Un tatuaje tribal en el rostro destacaba junto a su camiseta roja del equipo de fútbol americano de la ciudad: los Búfalos.

    Aquel matón empujó a un estudiante universitario y le dislocó el hombro frente a la mirada atónita de sus compañeros. Luego pisó a un pobre funcionario, aplastando su pie contra el suelo con un crujido de huesos que la mercenaria escuchó con claridad en su ciberaudio.

    El hombre no llegó a gritar porque una mujer ultramusculada, con un top negro y unas manchas parecidas a las de los guepardos, le machacó la tráquea contra el asiento de plastiacero, salpicando de sangre a un hombre con traje gris, conectado de forma directa a su holopantalla, y a una joven de tecnopelo azulado, con unos brillantes ojos policromáticos muy de moda esa temporada.

    Los pasajeros comenzaron a apartarse de la extraña pareja en silencio y se apretaron para permitirles pasar, porque en la siguiente estación los guardias de seguridad del Transporte Rápido del Área de Night City (NCART) invitarían a los Animals a salir del vagón.

    Cassandra observó que la cámara de seguridad estaba apagada y tuvo la intuición de que los miembros de la banda avanzarían hacia su posición. Activó su potenciador de reflejos Sandevistan con el objetivo de aumentar su velocidad durante un minuto.

    El tiempo se ralentizó y la mercenaria trepó por la barra vertical hasta el techo del vagón, donde tenía más espacio, antes de saltar sobre la cabeza del hombre gorila y realizar una tijera voladora con sus piernas para estrangularlo.

    Los implantes de hueso y sus injertos musculares ejercieron una presión de casi una tonelada sobre el cuello del miembro de los Animals, dejándolo aturdido por la falta de aire a pesar de sus pulmones artificiales, que emitían un zumbido característico de este tipo de órganos mecánicos.


    Cassandra apretaba el cuello entre sus poderosos muslos, bloqueando con facilidad los torpes puñetazos del hombre. Sin embargo, su compañera, con un salto felino, propinó una fuerte patada en la espalda de la mercenaria, que soltó a su presa y cayó entre un grupo de asustados estudiantes.

    El lev-mag atravesó la estación de Williams Street sin detenerse y las puertas no se abrieron a pesar de los intentos desesperados de muchos pasajeros. Los gritos se entremezclaron con los llantos y Cassandra ajustó el nivel de ruido para centrarse en la mujer con manchas de guepardo.

    La mercenaria sospechaba que las modificaciones genéticas animales de aquella mujer la hacían más rápida que ella. Así que tomó la difícil decisión de sobrecargar su potenciador de reflejos.

    Una descarga eléctrica tensó todo su cuerpo. El dolor era insoportable, pero el tiempo se ralentizó aún más. Un hilo de sangre brotó de sus fosas nasales y su amplificador olfativo se apagó de inmediato. Un chispazo en su ciberaudio suprimió todo el ruido a su alrededor, pero su objetivo ya no era tan rápido.

    Sacó su Colt AMT 2400 del bolsillo trasero de su chaqueta y le atravesó la cabeza con tres disparos. La mujer cayó al suelo sobre un charco de sangre negruzca. Los pasajeros se pegaron a las puertas y ventanas, dejando el espacio suficiente para que Cassandra vaciara el resto del cargador de su pistola sobre el miembro de los Animals, que apenas conseguía respirar a través de sus pulmones artificiales.

    Mientras algunos viajeros aplaudían a la mercenaria y otros se ensañaban con los cadáveres de los miembros de la banda, Cassandra permaneció sentada en el suelo, demasiado agotada para incorporarse. Solo pudo sonreír cuando un aerodeslizador en llamas y fuera de control impactó de lleno en el vagón...

Gracias por leer el relato,

Un saludo

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